Ayer se cumplieron 35 años de los últimos fusilamientos de los consejos de guerra fascistas en 1975
Flor Baena, en una escena del documental Septiembre del 75', de Adolfo Dufour.DIEGO BARCALA
Flor Baena tiene hoy 57 años. La última vez que vio a su hermano, el militante del Frente Revolucionario Antifascista Patriota (FRAP) Xosé Humberto Baena, ella tenía 22. Dos menos que él. Acompañó a su padre a la cárcel de Carabanchel, donde estaba detenido acusado del asesinato de un policía. "Le vimos entre rejas, a través de un cristal. Se le veían perfectamente las heridas. Estaba muy golpeado, con las uñas arrancadas. Le habían metido palillos en los dedos hasta que confesara. Nos reconoció que no sabía lo que había firmado y que era inocente", recuerda.
Lo que Xosé Humberto firmó casi inconsciente y torturado fue su culpabilidad. Con esa farsa de declaración le sobró al tribunal militar franquista para condenarlo a muerte junto con otros diez militantes de ETA y del FRAP. En la madrugada del sábado 28 de septiembre de hace 35 años murieron fusilados cinco de ellos (dos de ETA y tres del FRAP) que no consiguieron el indulto. Los consejos de guerra fueron una pantomima. No permitieron que los acusados presentaran testigos ni pruebas en su defensa.
"Le metieron palillos en los dedos hasta que confesara", dice la hermana de Baena
"Una mujer nos envió una carta contando que antes de que lo fusilaran fue a una comisaría para decir que ella había visto a los asesinos del policía Lucio Rodríguez y que mi hermano, que había salido en la tele, no estaba allí. Decía que un jefe de la comisaría, jugando con su pistola, le dijo: Olvídese de ese tema, están todos en el mismo saco'", explica Flor indignada. Esa misiva desapareció quemada en un misterioso incendio que se produjo en 1977 en la casa familiar de los Baena. "Por supuesto, nadie investigó el incendio que se produjo poco después de que mi padre fuera a Madrid a reclamar su inocencia", añade Flor.
El testimonio de aquella testigo no sirvió como prueba en un juicio que no tuvo pruebas de balística, ni arma del crimen, ni pruebas materiales. El padre de Baena luchó hasta su muerte en 1982 por la inocencia de su hijo. Su pelea la heredó Flor, que ha recurrido sin éxito al Tribunal Supremo, al Constitucional, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo y a todas las instancias del Gobierno. "Sólo quiero limpiar el nombre de mi hermano. No pido indemnizaciones ni dinero. Sólo que anulen esa sentencia injusta y al menos, que se sepa lo que ocurrió", clama Flor.
El portazo del Constitucional se basó en que la sentencia es previa a la aprobación de la Carta Magna y el TEDH denegó su petición porque en 1975 España no había firmado todavía el Convenio Europeo de Derechos Humanos. El Gobierno se escuda en la Ley de Memoria que abre la puerta a los recursos judiciales que luego los tribunales se empeñan en cerrar.
"Los grises mataban. La Guardia Civil mataba", recuerda Blanco Chivite
Justicia universal
El último intento por limpiar los nombres de Baena y sus compañeros pasa por la aplicación de la justicia universal en Argentina. Allí ha acudido Silvia Carretero, viuda del militante del FRAP, José Luis Sánchez-Bravo. Carretero estaba embarazada cuando los tres militantes murieron en una tapia de El Goloso. Su dolor es tan intenso que declina dar entrevistas.
"El dolor de estas personas es enorme y sólo piden que se cierre la herida que todavía llevan dentro. Sin revanchas", analiza el director del documental Septiembre del 75, Adolfo Dufour. Esta película recorre los sucesos de aquellos tenebrosos días de 1975. "La mirada de Flor me convenció para hacer el documental. Lleva el dolor en el rostro. La película habla de su lucha durante 35 años pero sobre todo denuncia la violencia que sólo deja ausencia y dolor", cuenta el realizador.
La película explica también la contestación de los militantes del FRAP en el exilio ante la lucha armada. "Matar es matar. Es acabar con la vida igualmente, tal y como lo dice Amnistía Internacional. Queremos hacer una reflexión sobre la pena de muerte en general", Añade Dufour. Septiembre del 75 cuenta con valiosos testimonios de los testigos de aquel consejo de guerra que conmovió al mundo entero ante la irreflexión de un régimen que empezó y acabó con la muerte fascista como método de supervivencia. "El jiji jaja, corríamos delante de los grises, que dicen algunos ahora. Nada de eso. Los grises mataban. La Guardia Civil mataba. La Brigada Político Social mataba. En estas condiciones fuimos condenados a muerte y en esas condiciones fue asesinado Humberto Baena", recuerda en la cinta Manuel Blanco Chivite, militante del FRAP cuya pena de muerte fue conmutada.
El asesinato de Baena y los otros condenados en 1975 fue fríamente descrito en la prensa de la época con titulares como el de ABC: "Sentencias de muerte cumplidas". Fueron detenidos, apenas 24 horas después de los atentados y la prensa anunció la detención de los asesinos del policía". 35 años después, la justicia sigue culpándoles.
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